El Diablo
El Diablo. El Diablo es la carta número 15 del tarot, y
representa el inicio del tercer septemário, el denominado como transpersonal. En
la carta del Diablo vemos a un ser oscuro, de aspecto terrible, con cuernos y alas
de vampiro, sería el polo opuesto al ángel representado en la Templanza.
Mientras que la Templanza nos conectaba con el aspecto espiritual, el Diablo
nos conecta con lo terrenal y nos advierte que para llegar a lo transpersonal, primero debemos hacer
consciente aquellos aspectos más oscuros de nosotros mismos, los cuales hacen
referencia a nuestros apegos y miedos más profundos. Vivir la vida significa
transitar por el amor, pero también por el dolor. En palabras del psiquiatra
Carl Jung:
“Uno no alcanza la
iluminación fantaseando sobre la luz, sino haciendo consciente la oscuridad”
La carta del Diablo del tarot representa un ego descontrolado, con ansias de poder y beneficios, una actitud que si persiste nos puede llevar a la autodestrucción. Puede hablarnos de amores obsesivos, manipulación emocional, consumo de drogas, alcoholismo o enfermedades sin tratar.
El Diablo nos conecta con la lívido pura, con aspectos como la lascivia y el deseo sexual. En este sentido es una carta que nos habla de nuestra relación con aspectos mundanos como el poder, el sexo y el dinero. En la carta se nos muestra Adán y Eva encadenados, lo que hace alusión a una esclavitud, a una dependencia o adicción a aspectos que nos dan placer. Es una carta que también puede hacer referencia a la manipulación; nos advierte que quizás estamos en una relación de abuso o de explotación por parte de otras personas.
El Diablo es el número 15 del tarot, reducido al 6 nos lleva
a los Enamorados. Mientras que los Enamorados es una carta que hace referencia
al nacimiento de la conciencia individual, el Yo, el Diablo nos habla de la
otra cara de la moneda, nuestro inconsciente individual, y en particular lo que
Carl Jung denominó como el arquetipo de la Sombra, el lado oculto de nuestra
psique. La Sombra hace referencia a todo aquello que no aceptamos en nosotros, y
que a nivel pulsional queda reprimido en el inconsciente. Son aspectos que no
nos gustan de nosotros mismos, que rechazamos, y que por este motivo proyectamos
fuera de nuestra persona. El Diablo, como Lucifer (el que trae la luz) nos
señala que el proceso de individuación pasa por poner luz a todas estas partes
alienadas de nosotros mismos, a desarrollar lo que Jung denominó como Función Inferior.
El Diablo también es una carta que mantiene una estrecha
relación con la carta número 5, el Papa. Como tal, el Papa nos habla de los
valores y creencias establecidas y que hemos ido aceptando a lo largo de la
vida. Por el contrario, el Diablo nos invita a desafiar estas normas para así encontrar
otras más afines a nuestra verdadera esencia. Como en la biblia, Lucifer es el
ángel caído, aquel que desafió a Dios para poder hacer su propio camino.
El desafío del Diablo consiste en abrazar lo oscuro en
nosotros, sin reprimirlo. Esto no significa dar rienda suelta a nuestro lado
lujurioso e impulsivo, de forma descontrolada, sino admitir los deseos y
tendencias que hasta ahora estaban ocultos, para así integrarlos en nuestra
conciencia de una forma responsable.
El Diablo es una carta que nos advierte que hemos caído en la
desmesura; en consecuencia puede simbolizar relaciones de dependencia,
adicciones, obsesiones, situaciones de manipulación, abusos de poder o un
exceso de materialismo. Todas ellas son circunstancias que nos generan dolor y
sufrimiento y a las que de alguna forma estamos encadenados. Solo cuando seamos
capaces de ver aquellas cadenas que nos atan, seremos capaces de liberarnos de
ellas para hacer nuestro camino.
El Diablo tiene un gran poder creativo; rompe esquemas, revela el lado oscuro, nos invita a la transgresión de las normas, sin él el arte no tendría profundidad ni fuerza, sin embargo es necesario saber el momento cuando retirarse, si no queremos acabar consumidos por la energía de este arcano.
El Diablo tiene un gran poder creativo; rompe esquemas, revela el lado oscuro, nos invita a la transgresión de las normas, sin él el arte no tendría profundidad ni fuerza, sin embargo es necesario saber el momento cuando retirarse, si no queremos acabar consumidos por la energía de este arcano.
El concepto de la dualidad en la persona fue el elemento que
sirvió al escritor Robert Louis Stevenson para escribir su obra “Doctor Jeckyll
y Mr Hyde”, mucho antes que Jung desarrollara su teoría del arquetipo de la
Sombra. Una de las películas que hacen referencia a esta obra clásica es la llamada
“Mary Reilly” con Julia Roberts y John Malkovich.
Leslie Beebe
Tarólogo y Terapeuta Barcelona
Tarot Barcelona
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